jueves, 25 de noviembre de 2010

HISTORIA

                                                                                                                       
        Cuando se inicia una búsqueda de antecedentes históricos y de posibilidades de reconstrucción de la vida y el desarrollo de los pueblos, encontramos grandes interrogantes que generalmente cuestionan el mismo hacer de las ciencias sociales, ¿cómo acercarnos a la realidad pasada?, ¿cuál es el método propicio para dar cuenta de aquello que fue y que vive en el imaginario y los recuerdos telarañosos de unos pocos ciudadanos?, ¿cómo lograr una construcción medianamente aceptable que por lo demás va a ser tenida en cuenta como referencia en una biblioteca?



       
        Lo que pudimos encontrar en diversos momentos de charlas y de indagaciones tanto en el Barrio Berlín, con sus habitantes, como con  historiadores regionales de Pereira, en la Hemeroteca de la Biblioteca pública y en los polvorientos registros de la academia de Historia, es lo que podemos brindar en este momento como una visión , un intento de acercamiento al Barrio  Berlín, totalmente humilde y sin pretensiones, una somera mirada a lo que pervive aún de su historia, a algunos de sus personajes representativos, a visiones de abuelos, de líderes sociales y de personas jóvenes,  en un contexto de ciudad, que ha sido un tanto despreocupada por la investigación histórica y en un contexto de mundo que subvalora las historias micro,  queremos incitar a sus pobladores a cultivar la oralidad, la investigación por el propio contexto, por lo cercano, que en medio de la cotidianidad va perdiendo su encanto y su potencia de inspiración por el encuentro, la lucha y el trabajo comunitario.

           Presentamos entonces,  este pequeño acercamiento a algunos de los procesos vividos en el espacio geográfico y social del Barrio Berlín






Al caminar por el espacio abierto de las calles de Berlín, uno se da cuenta de la enorme posibilidad visual que desde su geografía se determina, no es sino mirar hacia el occidente y encontrarse con un paisaje bellísimo de despliegue territorial que va bajando por su ladera hasta encontrarse con el norte del valle, que encaja perfecto con el horizonte bañado de rojos, violetas y azules profundos de las tardes pereiranas.

El barrio está ubicado en un altillo que seguramente no pasó desapercibido por nuestros antepasados indígenas, ni por conquistadores, uno de los centros de interés fue   la quebrada de Egoyá, que  sin lugar a duda, más que el Otún y el Consota, fue  la que definió en gran parte los contornos físicos y espirituales de Pereira. Siempre estuvo allí, desde que los suelos eran pisados por los pies descalzos de Quimbayas, con el primer asentamiento español fundado por Jorge Robledo, con la llegada de los negros que vieron en su lecho el lugar propicio para levantar un palenque y por último con el proyecto urbano de caucanos y antiqueños que llegada la modernidad e industrialización del siglo XX, terminaron por cubrirla en un mal remedo de relleno que cobró sus consecuencias durante el terremoto de 1998.  


Según el historiador Dr. Emilio Gutiérrez, miembro de la Academia Pereirana de Historia, este  sector  tuvo gran importancia para los primeros pobladores de Pereira en su preocupación por desarrollar procesos de industrialización y adecuación de servicios públicos esenciales como el de agua potable y la energía eléctrica. Por ello encontramos referencias sobre este sector desde la construcción de uno de los primeros  acueductos que abastecían al poblado, llamado acueducto “la Julia”, propiedad del señor Luis Jaramillo Walker, quien con el interés de apoyar el proyecto de la planta eléctrica y al mismo tiempo encauzar aguas para su trilladora, logra construir un sistema de canales con dos vertientes,  a finales del siglo XIX, al que hace alusión el historiador  en los siguientes términos:

Una de las vertientes del acueducto “...llegaba a un punto de la calle 1ª, entre las carreras 11 y 12, pasaba por la parte sur de los primeros nacimientos del Egoyá (el tercero brotaba por la calle 8) a la altura de la calle 6 viraba para pasar por un túnel (en razón de las diferencias de nivel) por debajo de la actual avenida circunvalar”
“La variante partía de un punto del canal principal situado a la altura de la calle 3, seguía por el lado norte del cauce del Egoyá, hasta la calle 7, llegaba a la esquina en donde en 1945 y años siguientes se construiría la Iglesia de la Santísima Trinidad, y aquí viraba hacia el sur para desembocar en dicha quebrada. Por compromisos adquiridos desde un comienzo, de este tramo obtendrían agua los señores José Carlos Villegas y Camilo Ángel, que poseían predios en el sector de Berlín”.

Respecto a la planta eléctrica encontramos que:



Antigua planta eléctrica
“El 9 de Julio de 1913 la empresa eléctrica de Pereira formalizó con don Luís, mediante la escritura 500...un convenio para suministrarle agua a unos tanques que se construirían en la calle 6 entre carreras 9 y 10, para  de allí bajar el agua por un tubo hasta la planta que quedaría en la carrera 1 y unos 80 metros al oriente del puente Mosquera, e impactar con ella la turbina que habría de mover el generador de 50 kilovatios (67 caballos de fuerza). El lote de terreno para los tanques lo había comprado  la empresa el 18 de noviembre de 1912 por escritura 952 y tenía 80 metros por el  costado  oriental de la calle 6 y 30 metros frente a dichas carreras.”

Este sector es entonces habitado por pocos pobladores, de casas de bahareque y grades extensiones de tierra, que son animados por los procesos de construcción del Antiguo Ferrocarril de Caldas  que se da de  1915 a 1929. Con el que se busca unir el interior del país con Buenaventura, ya que  el transporte de producciones de cacao y café necesita expandir sus mercados por medio del puerto. A nivel regional se da, como en todo el país, el  desarrollo  de procesos de modernización con la adecuación de los servicios públicos, de lo que no es ajeno el naciente sector de Berlín.

Si bien las calles y carreras que se mencionan no estaban por allí construidas, las direcciones citadas se dan a efectos de buena orientación debido a que el trazado de la ciudad se dio a partir de 1858, labor llevada a cabo por Inglés William Fletcher quien también  desarrolla funciones de alcalde y juez del caserío de Cartago Viejo. Cuentan los historiadores que para poder construir las primeras casas, se debía solicitar en planeación una orientación sobre el lugar  donde podían construir, para de esta manera no interferir con  los planos de las vías  futuras.

Según el historiador regional Dr. Jairo Giraldo, por  el año 1917 se da la llegada del Alemán William Boscher, quien compra gran cantidad de lotes en los que construye 36 casas en estilo bábaro. Atraído por el auge del proceso ferroviario en la región  este europeo incide directamente en la construcción del sector como poblado, al cual recuerdan sus habitantes con gratitud, ya que después de algunos años, se dice que donó o vendió a muy bajo precio las dichas casas y viajó nuevamente a su país. Por este hecho el sector  tomó el nombre de Berlín, en gratitud al señor Boscher el cual provenía de la capital alemana. El nombre es ratificado por la junta de acción comunal en la fecha de la  constitución de su personería jurídica, por el año de 1966. 

Del alemán Boscher no se han podido determinar más datos, algunos personajes del sector dicen que era dueño del  ferrocarril o  que era uno de sus administradores, también encontramos versiones que lo ubican en el sector de la minería o de la industria del hierro. De las 36 casas no se ha podido tener referencias ni textuales ni fotográficas, pervive en la tradición oral,  un vago recuerdo de historias de antaño que hoy son contadas por los abuelos.











HISTORIA SEGUN SUS HABITANTES


La señora Esneda Gonzales Giraldo de Martínez, que hoy cuenta con 86 años de vida,  ha habitado  el barrio durante 70 años. Sentada en su cama observa hacia el horizonte y con una mirada que se aleja en el tiempo    recuerda su llegada en  los años 1940.Con alegría expresa haber vivido una gran vida, llena de emociones y vivencias compartidas con familiares y vecinos.  Ese  territorio semi poblado de casas de bahareque, con techos de teja y  calles destapadas, se invadía de vida los domingos, pues las gentes compartían sueños y proyectos que se iban concretando al sabor de unas ricas empanadas y frías cervezas que disfrutaban después de haber cumplido con el santo deber de la Eucaristía en la improvisada iglesia.
Don Eudoro Trujillo y su esposa Doña Ana fueron donantes del terreno para la iglesia.
 
Doña Ana Trujillo aún habita Berlín, su casa está ubicada frente a la iglesia y recuerda todavía el pequeño poblado donde vivió gran parte de su vida.  Esta magnifica  mujer es la abuela más anciana del barrio que cumplirá próximamente sus 100 años de vida.



El espacio que hoy ocupa la iglesia fue donado por don Eudoro Trujillo, quien  compra una casa ubicada en la esquina de la calle 7  con Kra 9,   por la suma de  20 pesos y la entrega para la celebración de los oficios sagrados, que luego  se constituyó en Iglesia con reconocimiento eclesiástico por el año de 1953.

Ana Giraldo de Martínez, llega a Berlín por  los años 30, mujer admirable por su energía y espíritualidad. Organiza procesos comunitarios vecinales por lo que siempre será recordada con gratitud y profunda admiración. Fallecida el 17 de Julio de año 2002 a sus  98 años de vida.




Doña Esneda recuerda con gran orgullo a su madre doña Ana Giraldo, mujer emprendedora  y pujante quien con su ánimo y profunda fe, característica de la mujer paisa, impulsa a otros vecinos como doña Leticia de Tabares e hija, doña Lucrecia de Yepes y doña Ana Trujillo  a participar en actividades de colectas y convites hasta ver realizado el sueño comunal de la parroquia de “la trinidad”.
Presbitero Urrego, primer párroco de la Iglesia


 Presbítero Benjamín Peláez encargado de la parroquia luego de la muerte del padre Urrego, junto con doña Ana y todos los vecinos logra adecuar la iglesia y tener la bendición del obispo en 1953.



 -Don Juan Jaramillo es uno de los habitantes más antiguos que en 63 años de vida, ha podido experimentar y observar todos los cambios que se han dado a través del tiempo. Desde muchacho vio con sus propios ojos el levantarse del poblado entre “ramadas y monte”, que construyeron sus abuelos y otros vecinos venidos de regiones antioqueñas, de Santa Rosa o de las regiones circundantes por los años 30 y      40.

 Las viviendas eran muy artesanales, construidas en bases de guadua o madera y con techos de paja que lentamente se fueron encajonando y rellenando con mesclas de tierra y estiércol de vaca. Aún, reconoce don Juan algunos apellidos de familias como los Hurtados,  Martínez,  Gómez,  Valencia,  Vásquez y los Coll, quienes fueron los primeros pobladores. Estos terrenos eran extensos y se diseminaban desordenadamente por el espacio, dejando lugar a los sembrados de naranja, aguacate, banano, guineo, guayaba agria y café que ya empezaba a ser base del comercio y de la economía del sector.

   Fotografia antigua de la familia de don Eudoro y doña Ana Trujillo     

En este tiempo la iglesia católica más cercana era la de Santa Rosa, a donde viajaban los fieles a bautizar a sus hijos y a casarse, los abuelos de don Juan contrajeron nupcias allí pero sus documentos y los de muchos otros fueron quemados en un incendio que se produjo por aquellos años.

La vida juvenil se desarrollaba entre labores domésticas y juegos, la educación era muy reducida y estricta pero posibilitaba el acceso a la lectura, escritura y a nociones de aritmética que bastaban para llevar las cuentas cotidianas. En muchas ocasiones se daba el caso de que los hijos enseñaran cosas básicas como la firma a sus progenitores, lo que dice del nivel de analfabetismo que se vivía.

Por el año 1966 se da la fundación legal  del barrio, el día 3 de Mayo, con personería Jurídica del Viejo Caldas, la primera caseta comunal se ubicó en la Cll 5 con Kra 9ª en donde hoy se ubica el billar, allí se levantó una casucha con un cerco que convocaba semana a semana a todos los vecinos a tomarse unos tragos y a bailar, para recoger los fondos y así poder comprar el terreno para la caseta propia. Lo que se logra pocos años después con el señor Arturo Jaramillo Presidente de la Junta, quien tenía como esposa a una Gitana.

Don Juan recuerda con agrado los juegos de futbol en las tardes llenas de amigos y carcajadas, que se llevaban a cabo en el “Planchón” un terreno semi selvático que se desyerbaba en convites y que servía de cancha, ubicado en la parte alta de lo que hoy se conoce como la circunvalar. Allí se reunían jóvenes de la comunidad, conocidos y familiares en un inicio, pero atraídos por el juego empezaron a llegar extraños y lastimosamente el sector se fue caracterizando por el consumo de marihuana y violentos ataques en medio de los partidos.

En una ocasión hasta llegó a verse una riña tan inhumana que uno de los contendientes jugaba futbol con la cabeza de un extraño.
Esas situaciones y la creciente violencia del sector, que traspasado por caminos de herradura posibilitaba el paso de forasteros, delincuentes y gentes extrañas desencadenó la necesidad de un ente de control, por lo que la comunidad solicitó un “Permanente de la Policía” llamado desde su ubicación en el sector “Permanente de Oriente”.

Otro de los acontecimientos que más se recuerda por este tiempo, año 1971, es la “Limpieza” social o la exterminación de 6 pobladores del sector. Con estos sucesos se da por terminado el uso del Planchón, en parte doloroso para las juventudes que recuerdan los partidos en donde se codeaban con personajes como el Ex presidente César Gaviria Trujillo, quien vivió sus primeros años en el sector de la ciscunvalar   .

Otro de los recuerdos más significativos de don Juan es el territorio bañado por riachuelos y nacimientos de agua que posibilitaban el disfrute de la juventud. Nadie pensaría en ese entonces que hoy estuvieran  perdidos bajo del cemento y el l bloque de grandes edificios de comercio. El sector de la cuenca del río Egoyá había sido dispuesto para construir una zona verde de parques que supuestamente estaría al servicio de la comunidad, pero hoy se encuentra vendido al sector privado porque “para el establecimiento es más fácil vender que      invertir…”



Recuerda al primer presbítero Benjamín Peláez quien   los acompaña en todo el proceso de fundación y  quien gestiona la donación de la primera campana de la iglesia, entregada por Bavaria, como la consecusión del reloj traído de Medellín y los vitrales que adornarían la iglesia. La vivienda que hoy es la Casa Cural fue entregada por los padres de doña Esneda a la parroquia, ya que el Padre Benjamín se las solicita en aquel tiempo y les consigue otra vivienda ubicada  en una casa vecina.

Con gran entusiasmo menciona las festividades que celebraban con  románticas serenatas, otras veces al son de la moderna vitrola, instalada como novedad en la tienda de don Luis Yepes.  Cuenta como hecho curioso, que por los años de la segunda guerra mundial, los habitantes del sector renegaron del nombre de Berlín asociándolo  con el holocausto nazi. Dada la tradición extendida en la región esta idea es totalmente desechada y arrojada al desván del olvido.


Una de las actividades  preferidas por los pobladores del sector los domingos consistía en realizar paseos en el ferrocarril, para otros el deleite se hallaba en los festivales y mercados comestibles de la iglesia, algunos más adelantados en los placeres mundanos encontraban su deleite en los billares y en las cantinas ubicadas en la zona de tolerancia ubicada en la carrera 9°.  Las nuevas generaciones disfrutaban de las aguas de las quebradas vecinas y degustaban los frutos de los palos de guayaba y de mora silvestre abundantes en el sector.


Vista de la Iglesia "la Trinidad", en donde se obsev la casa cural, vivienda que en 1940 pertenecía a doña Esneda Martinez y su familia, al fondo, en la esquina una de las viviendas más antiguas,  propiedad de don Eudoro Trujillo y doña Ana de Trujillo.




La única vivienda que se conserva en bahareque en el sector, propiedad de la señora Aura Toro, otra de las matronas del barrio que aunque no nació allí, recuerda claramente el poblado inicial.



OTRAS VISIONES DEL BARRIO



Muchachos y música de los 80 a los 90

Textos tomado de la Revista La Urbana, edición n° 1 de 2009



MUCHACHOS Y MÚSICA...

En cada esquina están los muchachos, que quieren correr, tener, y mostrar lo que consiguen; lo nuevo, los nuevos tennis. En esa época los mejores eran los del chulo grande; como la época era de cambios, el chulo esa colorido... se veía mucho el rojo, eran los Niké que traían o mandaban las tías, los primos, y hasta quizás los padres, que los han dejado solos, y se han marchado de este país.
Los destinos ha donde voló la gente, para enviarle dinero a la familia, eran los mas conocidos: nueva york, Paris, Londres; mucha gente también andaba en caracas. Los muchachos se sentían bien, se sentían nuevos, están “embamabados”, repletos de anillos y cadenas de oro; lo exigía el momento, lo que era de plata era pa`l “chichipato” hasta sin bañasen se paraban en las esquinas, a mostrarse nuevecitos. También muestran sus camisetas anchas de la NBA, y otras con letras grandes que formaban el nombre de equipos de fútbol americano, creo que no conocieron, ni siquiera los de basket, al fin y al cabo también eran unos chichipatos.
Allí están en la esquina, hablando de la rumba, de las nenas, de los negocios pequeños, de lo que le pasó  al jíbaro del otro barrio, de aquél que mataron. De a los que les robaron; también de qué es lo que hay pa`hacer en la noche, el parche de la noche; y en esta época, todo gira entorno a la salsa, estoy hablando del 90 para arriba,  cunado el grupo niche y guayacán orquesta empezaban a sonar duro. Las canciones de estos movimientos eran dedicadas a las muchachas, que se pintaban y resaltaban las líneas de su rostro con colares poco reales.

Olía a loción traída de los estados unidos por el lado de los manes y de las nenas que se preparaban para ir a tirar paso, un sábado, casi a las 6 de la tarde; ya olía a rumba, ya olía a sayrón, que era un bailadero donde la especialidad era la salsa, y tenia de lo nuevo, era el boom de la salsa romántica.
Sayrón quedaba encima de un barrio llamado Alfonso López, en toso el frente de una iglesia famosa por el padre negociante que hizo, y hace mucha plata aquí en la ciudad, al que le dicen pancho plata. Este sí que fue ruptura, de desgarre, y de apuesta al cambio.  Quinceañera sin música y misa del padre pacho no era quinceañera digna.


BERLÍN

En la altura de la ciudad de Pereira, aparece el barrio Berlín; y aquí es donde nos encontramos. Nombrarlo era sinónimo de fiesta, de combos en las esquinas, de la antesala a la rumba; lo más importante era estar bien fino, bien bacán, o siquiera aparentarlo; oler bien era muy importante
Las chaquetas de cuero estaban en furor. Mi padre que trabajaba allí cerca, a una cuadra del Berlín, le compro una chaqueta a uno de los personajes de dicho barrio, que tenia fama de “liso”, hasta que en una ocasión no se pudo resbalar y lo mataron. En el Berlín usted encontraba lo fino, lo traído de nueva york, era como el imaginario de una gran marca, la mas comercial, la más conocida, la de furor, y la del momento.
En el Berlín la mayoría de los negocios eran así; vender lo que venia de afuera, y lo que deslumbrara por la calidad, esto fue un barrio calidoso; respecto a los muchachos, no podría denominarse como hoy en día “fresas”, porqué no lo eran, no eran tan cómodos; muchos de ellos trabajaban duro, sólo para darse gusto los fines de semana, para comprar una camiseta o un Jean, y gastar en la rumbita.
Me acuerdo de El tucán, hoy ya tiene una familia, y hace sus businesses, a parte, me reservo los tipos de negocios. Él trabajo como ayudante de un taller de zapatería que tenía un tío, y que al mismo tiempo era dueño del sayrón. El tucán según mi padre era el mejor discómano que tenia el bailadero, conocía a los muchachos del barrio; por esta razón, siempre que llegaba a colocar los long plays, los ponía a bailar, empezaba con el día de mi suerte de Héctor Lavoe, y terminaba con el ratón de cheo Feliciano, un “tema” para salir a la madrugada.
En el tiempo entre las dos canciones, también sonaba Michael Jackson, con la del comercial de pepsi, en una de las épocas de la promoción de Dick Tracy, y Juan Luis Guerra cunado quería convertirse en pez; luego venia el baile del perrito, sonido bestial, un vestido bonito de guayacán orquesta, y todo lo que hiciera para a las mujeres de sus mesas y las hiciera mover sus cuerpos de curvas de barrio, honestas, que parecían hechas con un lapicero, y no las que ahora parecen hechas con un marcador por culpa de los cánones de la belleza. La cerveza que tenía pintada el bailadero, en un vidrio de un ventanal grande que daba a la calle caía hasta el barrio Alfonso López.




EL PLANCHON



El taller de calzado quedaba entre el barrio Berlín y el planchón, así le decían a una de las ultimas calles de una barrio primo hermano, y jíbaro, llamado Villavicencio. La calle limitaba con “la carrilera”, otro sector caliente; en donde se corría en moto DT,  y creo que hasta hoy se corre con ellas envenenadas, eran las preferidas por los sicarios para hacer sus vueltas, y esta ruta parecería ser la de escape.
Y el que se encontraba en alguna encrucijada en el Berlín, no tenía otra sino correr cuesta abajo, de la carrera 10 con calle 5, hasta la 7 bis, que era donde empezaba el planchón. Este sitio era famoso por la venta de estupefacientes. Recuerdo más de un allanamiento que vi, a los sitios de venta, cuando era niño; también recuerdo, como autos con grandes calcomanías de águilas o calaveras en su capot y con la música de los guns and roses a todo volumen, se quedaban quietos en la esquina, esperando a que su piloto bajara las escaleras que están a la entrada del planchón, y luego este volvía, le gastaba llanta al carro, y arrancaba como si llevara el demonio. Esto pasaba mucho en semana, los mismos policías de siempre, llegaban los sábados y domingos.

La policía raqueteaba a los muchachos de la esquina del planchón, los vaciados, los que no tenían nada en sus bolsillos, quizás dos cachos de marihuana. Los policías se creían indestructibles, los sabios, pero no se atrevían a subir al Berlín. Recuerdo mucho, cascos grandes con la letra PM de la policía, esos eran los duros los que iban de vez en cuando en toda la semana y nunca encontraban nada.
Me acuerdo también de mafia, un personaje bravo y liso, siempre lo vi bajando y subiendo, llevando y trayendo. Cuando al Berlín llegaban a buscar a alguien, porque específicamente era a alguien, todos terminaban escondiéndose en el planchón, o seguían hasta encontrar la carrilera, se desaparecían un día y luego regresaban.
La ruta hasta el planchón era pura escalera, muy solas por cierto. Del Berlín para arriba  quedaban unos huecos, que lo separaban de la avenida circunvalar, donde también mercaban los intelectualoides que viven en aquel sector. Esos son los que mas compran, porque tiene más plata, ellos son los fresas. En la ciudad de Pereira, el más fresa y cómodo,  porque no se preocupa por nada.... por conseguirlo, todo lo tiene.

 En esos huecos siempre  ha existido la droga, cada hueco es  cuidado, controlado, y campaneando, en las esquinas se encuentran los vieja guardia  hablando de lo de siempre, ellos hablan de todo, saben narrar, conocen las historias; la mayoría de ellos siempre se han encontrado en las esquinas y se han pillado los visajes. Se ven cervezas, puras poker.
En los huecos la historia es diferente; allí abajo todo es de movida, viene el cliente, da el dinero, el que la vende,
 No lo mira a los ojos, la tiene escondida detrás de algo, la trae y chao, ni siquiera se dice mucho gusto, y el que lleva tiempo cayendo al hueca, ya se le ha olvidado decir gracias. La venta es sin lenguaje, puro acto rápido.
El negocio es familiar.



JUEGO Y BOHEMIA

El juego en las esquinas ha sido importante, sobre todo en los billares, allí se encontraba de todo, dominó, dados, poker. Los que más juegan y jugaban han sido los mas viejos, y llevaban las caras de los perros, se parecían a los del cuadro clásico de los billares de la 5, ese cuadro es una foto que no se puede borrar, y que es punto de referencia del barrio.
Los billares royal han sido raros, quietos, pero según una voz de siempre, es el lugar de bravos, es un billar reservado. Siempre sonó tango, echarle un vistazo era ver una nebulosa fuerte y densa. Al frente, en una casa que fue de bareque y que hace rato le hicieron la fusión con un parqueadero, se vendió morsilla; y era famosa. Subían todos los de Villavicencio; muchos niños, mucho muchacho con ganas de rumba, muchos con ganas de no caerse después de la farra. Las filas con un plato eran por todo el rancho; y era un rancho grande de familia, que también estaba fusionado con el negocio. Este lugar era de integración, de amigos y conocidos; de hijos, de vecinos, se sentía mucha confianza allí, mucha unión. Recuerdo que me sentaba con mi hermana en el lavadero a tomar caldo, el lugar se llenaba tanto, que no había sitio para sentarse, mucha gente se comía su plato en la misma cocina del lugar.
Rigoleto ah sido una fuente de soda memorable en el barrio; es atendida por sus dueños, así que tiene su propia vida y experiencia. Es hermana de otras dos que fueron conocidas, y a ellas también quiero hacerles un homenaje; quedaban una cuadra abajo. El Guadacanal que también era un billar, hoy llamado y transformado en los guaros, y el pequeño azul; estos eran los bohemios y clásicos. La música era seleccionada y existía el LP inédito. Mi abuelo jugaba billar allí.
Rigoleto tuvo historias de todo tipo, su ambiente se torna al romance clandestino, y hasta los días de hoy, todavía suena Leonardo Favio y camilo sexto en las tardes, luego las canciones de Adamo; cuando el sitio de encuentra solo, y un amigo va a saludar a rigo, que es el dueño, n hay mejor charla en rigoleto, además de la compañía de su cómplice, la soledad.
En su tiempo allí se tertuliaba. Los muchachos lo frecuentaban, pero los tiempos han cambiado; la juventud ha cambiado, y los muchachos ahora prefieren parquear los carros en la esquina y escuchar reggaetón.
El pequeño azul también era de encuentro, una tabernita llena de historias de gente, de “camelladores”, amores juveniles, y por la cara de mi padre, como que muy agradable, porque cuando me lo nombraba, saca una sonrisa de remembranza.
El Berlín y Villavicencio siempre fueron conocidos por la “ola” de la zapatería, también por los muchachos en sus esquinas que cuidaban cada cuadra, y la defendían; todo el tiempo se veían por hay, de día y de noche se encontraba a las vagos, también a los que esperaban algún negocio que exigiera rapidez y maña.
Tuvieron fama de barrios bravos, y el Berlín tenía dos caletas, el planchón y los huecos allí se conseguía de todo.
Los barrios san judas y Berlín tuvieron sus roses, al fin y al cabo eran barrios salseros. En san judas la onda era mas Ismael Rivera y los hermanos Lebrón; y todo ese momento fue por al época del “sicariato”, bala mucho “piso” pablo escobar y el cartel de Medellín estaba de moda.
En Cali, en cambio, se escucharon los rodrigues orejuela.

Cañón

Algunos muchachos del Berlín optaron por esta nueva forma de camello, era el hecho de conseguir un arma de fuego, escuadra, calibre 38; tener buena puntería, nervios de acero, chaqueta de cuero bien fina que cobije el arma, y el alma; la chaqueta da estatus. También una moto bien”engallada”, saber pasar por desapercibido y, lo más importante, no saber correr en la moto, sino volar.
El Berlín ha sido un barrio de billares, el juego para los calculadores; estos lugares de ocio han sido de mucho entrenamiento para las vueltas. Algunos muchachos esperan a los clientes en esos sitios; las esquinas también se estigmatizaron como los puntos de encuentro. El perico estaba en furor,  lo que también ayudaba a crear temerarios en las esquinas, que decidían rápido, se montaban en su rx115 y ya tenían el blanco.
Se imagina un barrio, le pregunta a los de la década de los 80 acerca del bario Berlín, y me responden, “ahí se consigue de todo” apartamentos, sicarios. Pero esto fue una visión de época, son imaginarios que existen en la geste para generalizar un espacio, el Berlín no es eso, Berlín es un barrio de gente trabajadora, que como todo barrio anda controlado, no se ve tanto color en su vida de salsa, los asuntos y lo “businesses” son mas reservados, están controlados. El barrió esta cuidado, todo esta campaneado, personajes como el bombillo andan vigilados, no puede hacer nada, salo contribuirle a la gente con mandados a lo bien, el que llegue a sabotear al lugar, la va mal.
Siguen los muchachos en las esquinas, pero ya no tantos; hablan de lo mismo, pero la carátula cada vez se hace más de plástico y se esconde, las rumbas ya no son e4n el sayrón, sino en la zona rosa, la avenida de la circunvalar o en rancho alegre, en el sector de la badea. La vestimenta es diferente, más casual por parte de los muchachos de hoy, que  huelen a loción.
En los encontrones de los combos de Berlín con los de san judas, se le avisaba a la gente, se tocaban los portones de las casa del barrio para que salieran y se dieran cuenta de quienes estaban con ellos, de quienes eran los del problema, y qué hacían, la gente era testigo, pero esto con el tiempo se acabó, como se acabo el sicariato, como se acabo la morsilla, como se acabó la telenovela cartas de amor que se grababa en el barrio, para la televisión colombiana de 1997, con la mala actuación de Marcelo cesan.
Amanece y todo el barrio calla, empieza a sonar la sabiduría, las experiencias y el dolor con el violín de la sinceridad de su gente lo ha consolidado como uno de los primeros referotes históricos de la ciudad; la transformacion de la ciudad lo ha olvidado y se la ha tragado. Él esta escondido, pero sigue estando arriba, muchos lo desconocen y ni siquiera lo conocen, ellos son los vendidos, a ellos sí debería tragárselos la ciudad          



             
                  
            
                 


       


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